ENTREVISTA CON CAFÉ CARGADO EN LA QUE EL DIPUTADO FEDERAL SEÑALA CON CLARIDAD QUE EL CANDIDATO DE LA COALICIÓN ES ADRIÁN DE LA GARZA, Y QUE LOS ACUERDOS DEBEN LLEVAR A QUE LA CANDIDATURA A LA ALCALDÍA DE MONTERREY SEA UN PANISTA, ALGUIEN COMO FERNANDO CANALES STELZER O MARGAÍN JR… TAMBIÉN SEÑALA EL HORROR DE QUE VIVE EN LAS CARRETERAS MEXICANAS Y DESLZA: “CREO QUE LOS MEXICANOS PREFERIRÍAN CARRETERAS SEGURAS SOBRE TRENES DE PASAJEROS”.
Política
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Sammy, rapaz con doctoradoLa revelación a la opinión pública de la adquisición de un rancho de 700 hectáreas en la zona de Tamaulipas limítrofe con el estado que gobierna, Nuevo León, por parte de Samuel García, engrosa una ya larga lista de acciones del mandatario con muy claros indicios de corrupción y de tráfico de influencias a apenas tres años de haber asumido cl cargo. El inmueble, valuado en unos 800 millones de pesos ($114 pesos el metro cuadrado, un valor alto para ser una propiedad rural), pasó a ser de su propiedad a través de una sociedad anónima de la que el mandatario es accionista junto con su tristemente célebre padre, del mismo nombre. Esta millonaria adquisición se suma a otra de 700 millones de pesos, de un terreno residencial de lujo de casi 18 hectáreas (más de 4 mil pesos por metro cuadrado) en San Pedro Garza García, Nuevo León, el municipio con población de mayor valor adquisitivo del país. Esta propiedad fue vendida a Los Dos García por miembros de la familia propietaria de la Constructora Garza Ponce, importante contratista del gobierno que encabeza García Sepúlveda, lo que alimenta sospechas de que la compra-venta simula un millonario «moche». El hallazgo periodístico del diario El Norte se da enmedio de una muy aguda crisis financiera y de liquidez del Gobierno (por llamarlo de algún modo) de García, a la que se suman una inseguridad pública incendiaria y el enfrentamiento de poderes estatales que ha tenido en una parálisis creciente a la gestión pública. Por su juventud, por su preparación académica, que incluye doctorados con desigual brillo, y, sobre todo, por su combativo desempeño como legislador tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, hubo altas expectativas de su gestión como Gobernador. Se esperaba que dejara muy atrás a las decepcionantes administraciones de sus tres antecesores. La realidad ha sido, tristemente, lo opuesto. El oficio político no se ha presentado en esta administración, y no por inexperiencia, que lo haría entendible, sino por soberbia y una recurrente incapacidad de cumplir compromisos y acuerdos. Los escándalos de enriquecimiento inexplicable del aún joven mandatario atizarán la hoguera de sus dificultades políticas, que lo tienen enfrentado a casi todos los alcaldes de la entidad, incluyendo algunos de su partido, a los diputados federales y locales, y a los organismos empresariales, claves en un estado como Nuevo León. A este desencuentro, crecientemente, se suman los ciudadanos, que padecen deficiencias de transporte público sin precedentes (pese a lo malo que siempre ha sido este servicio), calles con apariencia de suelo lunar y largos embotellamientos por bloqueo de vialidades mayores por obras públicas que avanzan a paso de cojo por fallas de pago a proveedores, aún y con «moches». Gobernador rico, estado empobrecido. Es notorio su doctorado en rapacidad. 
